Me gustaría reflexionar sobre lo que debería significar o implicar una gestión municipal, desde mi perspectiva como ciudadano desprovisto de cualquier condicionamiento, pero sí como alguien que transita las calles, observa, escucha, pregunta y, por supuesto, se preocupa. No aspiro a impartir lecciones, pero sí a ejercer un mínimo de sentido común desde esta columna de opinión y reflexionar sobre ciertos aspectos que he identificado en mi ciudad.

OPINIÓN / REFLEXIÓN


Desde mi punto de vista ciudadano, la autocrítica y la escucha activa emergen como pilares esenciales para una gestión municipal efectiva, aspectos que, desde mi experiencia porque me gusta seguir los plenos municipales y noticias sobre mi municipio, observo que pocos realmente ponen en práctica. No es mi propósito señalar con nombres ni marcar a individuos específicos; más bien, mi intención es abordar estas observaciones de manera generalizada, y constructiva, como las abejas que a priori pueden molestar pero al final construyen para un bien común, destacando la importancia de estas prácticas para un gobierno local que verdaderamente responda a las necesidades de la comunidad.

En el complejo escenario de la gestión municipal, la figura del alcalde y del gobierno local, así como el grupo opositor, se alzan como pilares fundamentales para el desarrollo y bienestar de la comunidad. Sin embargo, es crucial reflexionar sobre la trascendencia de una gestión guiada por la autocrítica, la escucha activa y el distanciamiento del culto personalista que en ocasiones rodea a ciertos líderes locales.

En este contexto, observamos que la autocomplacencia y el despliegue excesivo de logros personales pueden desvirtuar la esencia misma de la labor municipal. Los ciudadanos anhelan un alcalde que destaque por la implementación de proyectos concretos, mejoras palpables y la planificación de futuros beneficios para la localidad. Es imperativo evitar, desde mi punto de vista, la sobreexposición mediática que se centra más en la figura del líder que en lo que es la noticia, y que desplaza muchas veces la labor del equipo de concejales que, en muchas ocasiones, son los verdaderos artífices de la mayoría de los logros porque son los que mueven la maquinaria municipal desde sus distintas áreas.

Aunque es natural que el alcalde, como figura principal, tenga mayor visibilidad en los medios, la ciudadanía no busca un líder vanidoso. Es esencial evitar el protagonismo excesivo en las fotografías e informaciónes que se distibuyen a los medios, así como el uso constante de los mismos modismos ocurrentes y de moda para impresionar, independientemente del tema a tratar en las ruedas de prensa.

Utilizar una web municipal como si fuera un albúm de fotos personalizado tampoco se tendría que admitir porque es una web de todos y de todas y que deberia ser para informar a los ciudadanos sobre aspectos del día a día que el ayuntamiento en cuestión ofrece a la ciudadanía. Recordar reiteradamente el respaldo electoral o el número de legislaturas cuando no se tienen argumentos sólidos para responder puede resultar fuera de lugar, contraproducente y denota prepotencia continuada. Lo que realmente interesa a la población es un gestor eficaz, enfocado en proyectos tangibles, mejoras implementadas y planes futuros para la localidad.

La transparencia en la gestión municipal emerge como una necesidad imperiosa. Comunicar de manera clara y objetiva las acciones que afectan directamente la vida de los ciudadanos es esencial. Evitar la vanidad personalista en la comunicación y mantenerse alejado de la sobreexposición mediática contribuye a preservar la integridad de la información transmitida.

La participación ciudadana adquiere un papel destacado en este escenario. Mecanismos como encuestas, consultas públicas y reuniones abiertas constituyen canales valiosos para comprender las auténticas demandas de la población.

En la era digital, las redes sociales se convierten en un medio crucial para la comunicación entre líderes y ciudadanos. No obstante, es vital que este espacio no se transforme en un monólogo, es decir, que se publiquen informaciones sin ofrecer el derecho a comentar libremente. Restringir el acceso a comentarios, censurar opiniones o bloquear críticas denota soberbia y falta de madurez política a no quererse enfrentar a la realidad y a las diferentes opiniones. Grandes personajes, artístas, influecers tienen activadas las posibilidades para comentarios, ¿porqué un ayuntamiento no?

Salirse de la burbuja de partido o del circulo más cercano es imperativo, muchas veces en estas zonas de confort marcadas por aduladores que constantemente respaldan las decisiones del líder, conocidos vulgarmente como "palmeros" hacen que no se perciba la realidad, y que al final vayan con anteojeras como los caballos. La falta de críticas constructivas y la ausencia de perspectivas diferentes pueden generar una desconexión entre los líderes políticos y las necesidades reales de la población. La crítica, cuando es constructiva, no debe ser interpretada como un ataque personal. Es una herramienta valiosa para identificar áreas de mejora y fortalecer la toma de decisiones.

En conclusión, una gestión municipal efectiva se construye, o se debería contruir, sobre la humildad y los valores humanos, la capacidad de escuchar la diversidad de opiniones vengan de dónde vengan porque nadie tiene la verdad absoluta, la empatia y la transparencia. Los líderes deben ser conscientes de la importancia de mantener una conexión genuina con la comunidad, evitando la autocomplacencia y fomentando la participación ciudadana. Este enfoque integral, basado en la apertura a críticas constructivas y la búsqueda constante de la mejora, sienta las bases para un gobierno local cercano, transparente y eficiente.

En palabras simples, una buena gestión municipal se basa en la humildad, la capacidad de escuchar, el trabajo en equipo, el respeto a la opinión de la ciudadanía, pisar más la calle, salir de su burbuja y no ir solo a sitios donde saben que los adularan. Si estos factores básicos fallan se podría decir que aquí algo falla, la solvencia y la democrácia pierde, y algo muy valuoso para el político como ser humano que es, su credibilidad y honestidad ante la sociedad.

Hay quienes, después de leer mi reflexión, automáticamente me colocarán una etiqueta: este es rojo, azul, amarillo o verde, de forma simplona. Puede que alguien adopte el pensamiento absolutista de 'o estás conmigo o contra mí' y me 'marque' casi como persona non grata, en lugar de interesarse por quién ha redactado este escrito, incluso por quién hace este digital en vez de bloquear sin ton ni son o hacer como si esto no existiera. Sería más constructivo que, en lugar de eso, tomaran un teléfono o enviaran un correo electrónico para conocer, por ejemplo, mis inquietudes o incluso entablar una conversación de ciudadano a ciudadano. He de reconocer que hay alguien que sí lo ha hecho a nivel personal con honestidad y sin más interés que el de conocerme y entender mis inquietudes. Sinceramente, pienso que harían falta más personas así en un consistorio, ya que demuestran empatía y profesionalidad, y se ganan el afecto.